VIAJE A DOS DE LAS ISLAS AZORES (II) - AUTOR: JAVIER RUIZ
ISLAS AZORES – ISLA DE FLORES
La Isla de Flores es el punto más occidental de Europa: La distancia entre el Cabo da Roca, en Portugal (1.835 km) y la Isla de Terranova, en Canadá (1.936 km) es muy similar. Tiene una superficie de 142 km² y una población de 4.300 habitantes.
La isla está plagada de hortensias, pero su nombre no le viene de estas plantas si no del Solidago sempervirens o Vara de oro, cuyas semillas llegaron arrastradas por el viento y encontraron en la isla un hábitat ideal y con sus flores de color amarillo cubrieron extensas superficies, de ahí que fuera bautizada como Flores.
Flores y la cercana y diminuta Corvo, que se encuentra a 18 km, son las que, en época de migración, principalmente el mes de octubre, registran mayor cantidad de visitas de aves divagantes procedentes principalmente de Norteamérica, es habitual la presencia de: correlimos semipalmeado y pectoral, andarríos maculado, gaviota groenlandesa, cerceta aliazul y pato joyuyo, entre otros. No vimos ninguno :-(
Isla de Corvo, vista desde Flores. |
La llegada en avión (por llamar de alguna manera al aparato volador en el que hicimos el trayecto) a este lugar es bastante peculiar: la pista no es muy larga por lo que los aterrizajes, terminan en un giro para no caer al mar.
El aeropuerto
está situado en el centro de la población de Santa Cruz das Flores que es la
capital y está habitada por 1.800 personas. En esta “urbe” establecimos nuestro
campamento y desde aquí empezamos la exploración del territorio.
La parte central
de la isla está llena de cráteres inundados que forman lagos naturales como las
Caldeiras Branca, Seca, Comprida y Negra.
Desde el pico Morro Alto (941 m de altura), se pueden divisar alguna de las caldeiras citadas y unos paisajes que
son realmente espectaculares.
Siguiendo hacia el sur llegamos hasta Lajes das Flores, la segunda población en importancia después de la capital, donde nos dimos un paseo por el faro para ver el puerto, la zona costera y las playas.
Y después hacia
el norte bordeando la costa. Lomba, Ponta
da Caveira, Fajã do Conde, etc. son algunas de las paradas que hicimos en
el trayecto hasta llegar a nuestro destino el Hotel Ocidental.
Jardín de nuestra habitación en el Hotel Ocidental. |
Ración de Lapas na chapa, servida en Sereia.
A pocos kilómetros se encuentra el Poço da Ribeira do Ferreiro, el lugar estrella de la isla. Según las informaciones que teníamos con un paseíto de 20 minutos por un bosque llegaríamos a nuestro destino.
Bastones a disposición de los visitantes, para hacer más llevadero el camino al paraíso.
Distintas vistas de Poço da Ribeira do Ferreiro |
Javier en el camino de bajada desde Poço da Ribeira do Ferreiro
Brocheta de mero servida en el Papadiamandis Restauranti (Fajã Grande)
Cascada do Poço do Bacalhau y la casita de nuestros sueños |
Vistas al océano desde Fajã Grande y desde... ;-)
Pero no nuestras ganas de volver, por el clima (constantemente cambiante), por sus gentes, amables y cordiales, por su comida (carnes, pescados, mariscos y dulces a discreción), por sus paisajes, siempre sorprendentes, por su tranquilidad (poca gente, poco tráfico, ciudades pequeñas), y porque nos dio la impresión de que era lo más parecido a un paraíso asequible.
No descartéis en
un futuro, más o menos lejano, nuevas crónicas de las otras islas o incluso de
estas mismas, no nos importaría repetir.
Más vistas de Poço da Ribeira do Ferreiro |
Comentarios
Publicar un comentario